Llega la cuaresma, momento
de conversión. Tiempo en el que parar y ver mi relación
con Dios, con el otro, tiempo de oración.
Jesús pasa por el
desierto,se retira para orar, hablar con su Padre . Como
hombre , adquiere conciencia de su ser, de su nada sin Dios,
¿a qué le ha llevado optar por ese amor incondicional
a su Padre?
A llevar una vida humilde, al lado de los más pobres, quien pudo haber elegido
una vida cómoda y sin preocupaciones
A huir de prejuicios en la
relación con los demás, donde otros no veían
más allá .
A rechazar el poder, cuando
éste le hubiera evitado mucho sufrimiento.
A amar hasta el punto de
dar la vida, sin mirar a quién.
Desde su humanidad expresa
contradicciones: "Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya".(Lc 22,
42). Pero como Hijo de Dios, se abandona al Amor: "Es necesario
que el mundo comprenda que amo al Padre, y que lo que el
Padre me manda, yo lo hago" (Jn 14, 31). Así lo entiende
Marion de Bresillac en las palabras que escribe.
Reflexionamos juntos.
En todo lo que emprendamos
por amor al otro, por amor a Dios, hay riesgo de sufrir,
de dificultad, pero ¿qué hacer? . "Pues
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual,
siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros
con su pobreza" (2 Cor 8, 9).
"¿Qué nos dicen, a los
cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos
dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una
vida pobre en sentido evangélico? " Con estas
palabras nos interpela el Papa Francisco en su mensaje para
la cuaresma.
Oremos
Que el Espíritu Santo, sostenga
nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención
y la responsabilidad ante la miseria humana. Que nos ayude
a ser misericordiosos y agentes de misericordia dispuestos
a testimoniar el mensaje evangélico: anunciar el amor del
Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada
persona.
SMA
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